En la última semana de vacaciones, luego de un largo mes de juegos y aventuras en iglesias abandonadas, pequeñas selvas que ocultan los últimos rastros de poblaciones indígenas autóctonas, viejas escuelas reducidas a escombros por la guerra civil entre colorados y liberales, los esperó al comienzo de la gran aventura, la verdadera aventura.
"Cure" (abreviatura de curepa: argentino en guaraní) y Gustavo esperaban en la terminal de autobus que se dirigía al pueblo de la tía Petrona, o mejor dicho a la cercanías. Villa Hayes se encontraba a unos 200 km. de la capital, donde estaba la terminal. Ese pequeño pueblo había sido escondite de un grupo de colorados cuya avioneta había sido derribada por el bando contrario. Los restos del vehículo aun estaban a las orillas del río, y cuenta la historia que el espíritu del piloto muerto aun ronda los alrededores buscando a sus compañeros sobrevivientes, por esa razón estaban muy animados los niños por ir donde tía Petrona (cosa que rara vez ocurría).
-Ojo con lo que hacen, derecho a lo de la tía. ¿Escuchaste "Tavito"?
-Sí, mamá. Y no me digas Tavito, ya tengo 11 años.
-Pero dejalos Hermelinda, no les va a pasar nada.
-Sí, mamá tiene razón. No te preocupes tía, yo cuido a "Tavito". -Dijo socarronamente Cure.
Quince minutos más tarde el autobus se ponía en marcha, ¡por fin! Gritó de alegría Gustavo cuando dejaban atrás la terminal. El camino resultaba bastante aburrido para unos chicos ansiosos por llegar a destino, así que se pusieron a contar historias de fantasmas y de jóvenes aventureros.
-... Y dice que "Aurora" todavía ronda los caminos buscando al resto del ganado que la había dejado atrás.
-Andá, es la historia del piloto pero pusiste una vaca en su lugar.
-Es verdad Cure, fue la primera víctima del camino asfaltado. Hasta anda de día, no es como cualquier fantasma.
-Bue', te creo. Che ¿no estamos por llegar?
-Ehhh, sí. Donde terminan los árboles, dale parate.
Bajaron del autobus, que rápidamente reanudó su marcha dejándolos cubiertos por una nube de polvo, y contemplaron el paisaje que se abría ante ellos. Un largo camino de tierra separaba un basto pastizal cercado y rodeado por una zanja seca, de una zona de residencias pequeñas (de esas que tienen ladrillos rojos a la vista) con jardincitos frontales muy similares a los que aparecen en las películas norteamericanas.
-Muy bien, pies en marcha.
-Che, la última vez no parecía tan largo.
-Y sí pascual, estábamos en la camioneta del tío.
-Justo la tuvo que vender.
-Bueno, dejá de quejarte. Quién te dice se nos aparece "Aurora", porque solamente se le aparece a los caminantes.
-Seguís con eso. Dale, sigamos.
Pasaron varios minutos de silencioso andar cuando de la nada escucharon un fuerte ¡Muuuuú!
-¡¡Aaaah!! Es Aurora!!
-Justo a nosotros, rajemos.
Comenzaron a correr sin mirar atrás, no había otra cosa que ir hacia adelante. De un lado la zanja se había agrandado y llenado de agua, y del otro las casas habían desaparecido y en su lugar se abría un campo de un interminable color verde que se perdía en el horizonte. Corrieron sin parar hasta que el camino llegó a su fin, cerrado por un cerco muy alto y por una pared de árboles muy grandes que no dejaban ver que había detrás. Debían tomar una decisión, doblar hacia la izquierda o hacia la derecha.
-Por acá - Gritó Cure doblando a la izquierda - atrás del arbusto.
Justo cuando terminaban de esconderse se escucharon varios cascos que se acercaban.
-Muchachitos, me hubieran pedido que los lleve si estaban tan apurados - les gritó alegremente un viejo campesino a caballo, que llevaba dos grandes vacas, doblando a la derecha.
-Ves papanatas, Aurora no existe - dijo Cure pegándole en el brazo a Gustavo.
-Bien que saliste corriendo vos también - devolviendo el golpe.
Continuaron su camino muy callados. La larga carrera contra el fantasma de Aurora, bajo cuarenta grados, los había cansado demasiado como para seguir jugando. Después de media hora de arduo andar, bajo el sol caliente y la tierra que quemaba los pies, recobraron los ánimos al oir el cercano murmullo de un río.
-¡La avioneta! - gritaron al unísono.
Emprendieron una nueva carrera, esta vez con entusiasmo en lugar de miedo. Cada vez estaban más cerca del río. Ya se imaginaban dentro de los restos de avioneta encontrando armas, mapas y por qué no instrucciones para la siguiente misión que ellos emprenderían en lugar de los guerrilleros. Tan emocionados estaban que no vieron el portón de entrada a la casa de su tía. Siguieron corriendo hasta divisar el río, al cual saltaron sin siquiera sacarse las mochilas. Se refrescaron un largo rato jugando en el agua cristalina, no muy profunda, que dejaba ver sus pies (sus zapatos mejor dicho). En el fondo había piedras de los más diversos colores, desde el verde hasta el negro, pasando por el púrpura o por el dorado. La de color dorado las recolectaban como botín de guerra (aunque sólo sea de un fantasma falso, como Aurora). Una vez que se cansaron de buscar tesoros imaginarios emprendieron nuevamente el camino. Decidieron ir por la orilla del río, para no volver a la caliente tierra del camino, que dicho sea de paso cada vez se desviaba más de la entrada que tendrían que haber tomado. El río tenía a su derecha una hilera de árboles distanciados a un metro uno del otro, tras ellos el camino de tierra, y a la izquierda un espeso bosque que no dejaba ver más allá de dos metros de distancia. Atrás el río doblaba adentrándose en el bosque. Y hacia adelante, unos veinte metros más, los restos de una vieja avioneta.
-La encontramos.
-Esperemos no encontrar nada, con lo de Aurora fue suficiente.
-¿Qué pasa? ¿Tavito está asustado?
-Ja ja, muy gracioso. ¿Entramos?
La avioneta se encontraba casi intacta, sólo había perdido las alas y parte del motor. Estaba mohosa y un poco corroída por el agua, y algunas enredaderas asomaban por la parte superior. La nave era de color verde semejante al de un pino noruego, con un escudo del partido Colorado en la puerta que estaba semiabierta.
-Entremos - dijo Cure tomando la manija y abriendo por completo la puerta.
-Llegó la hora compañero, es hora de iniciar nuestra nueva aventura.
Estaba muy oscuro dentro de la aeronave, las enredaderas habían tapado los orificios de las ventanas delanteras. Por suerte Gustavo había llevado la linterna que le había regalado su abuelo para los campamentos. Una vez dentro encontraron paracaídas que no llegaron a utilizarse, algunos rifles oxidados, que los dejaron pues eran muy grandes para ellos, pero sí tomaron machetes y garrotes que los guerrilleros utilizaban para entrar en pastizales y en la zona de selva. Luego se sentaron en la cabina del piloto simulando ser los que dirigían una nueva misión, hasta que sintieron unos ruidos extraños en la parte posterior de la avioneta.
-No será el piloto, no? - dijo Cure dándose vuelta lentamente con cara de pánico.
-No sé, pero... ¡Ahhh! - Unas manos habían sacado a Gustavo del asiento llevándolo hacia atrás.
-Por fin un poco de comida, y dinero supongo - dijo una voz pastosa tras una capucha que no permitía ver el rostro de su dueño.
-Soltame, no te voy a dar nada - gritaba Gustavo pataleando en el aire.
-Callate, petizo. Quedate tranquilo.
El piloto distraído con Gustavo no se había percatado que Cure había salido de su respectivo asiento. La linterna había caído bajo el tablero del volante, y la poca luz lo llevó a pasar desapercibido. Mientras Gustavo forcejeaba con el piloto, Cure había ido hacia la puerta de atrás, y agarrando el garrote con fuerza propinó un fuerte golpe en la cabeza del piloto noqueándolo. Cosa que no podría haber hecho Gustavo, pues medía una cabeza menos que Cure. Rápidamente ataron con fuerza al piloto con unas viejas cuerdas que había dentro del vehículo, pues habían aprendido a hacer buenos nudos con su tío que era marino. Tomaron un carrito de la avioneta y con mucha dificultad sacaron al piloto y lo acercaron a la orilla. Luego lo subieron al carrito y salieron al camino.
-Mirá por allá hay humo - dijo Cure señalando hacia el otro lado del camino, más allá del pastizal.
-Ahí está roto el alambrado, vayamos.
La abertura era del tamaño justo para que pasaran con el carrito. Se internaron en el pastizal, donde los pastos medían casi dos metros.
-Hay alguien afuera de la casa.
-¿No es...? Sí, es la tía Petrona.
-Pero cómo llegamos...
-El río va paralelo al cerco del campo, por eso.
-Ay, paralelo al cerco, no te hagas el estudioso acá. Dale avancemos. ¡Tía!
Llegaron junto a su anciana tía y le contaron todo lo sucedido. La tía rápidamente mandó a llamar a un peón para que traiga al comisario y su gente que estaba en los alrededores haciendo guardia.
-A ver pequeños, qué tenemos aquí - dijo el comisario dando vuelta al piloto y sacándole la capucha - efectivamente es él, el asesino que buscamos hace unas semanas. Parece que los chicos son los héroes del pueblo.
-Misión cumplida - dijo Gustavo chocando las manos con Cure.
-Y es sólo el principio.
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viernes, 13 de junio de 2008
Crónica de un sueño hecho realidad
Era un día de otoño, específicamente otoño de 2002. Hacía ya 10 años que había ocúrrido el fatídico hecho. Ahora convertido en leyenda urbana nadie creía en él, nadie excepto "Pablito", como lo conocían en ese entonces, él lo recordaba perfectamente.
-¡No lo hagas! Por favor - gritaba, imploraba la sufriente Mariana.
-¿Por qué no? Si te lo merecés - respondía tajante Pablito.
-No sabía lo que hacía.
-Sí sabías, lo sabías perfectamente al igual que tu grupito de amigos - dijo Pablito señalando un grupo de cuerpos por los que todavía brotaba ese líquido rojo, casi negro. Cuerpos que parecían montañas una junto a otro: la imagen del aquietamiento, la imagen de la muerte.
- Esta imagen era la que mantenía vivo el deseo de asesinar. ¿Por qué? Porque un grupo de jóvenes lo habían herido donde menos tendrían que haberlo hecho. Acordate, dale, seguí así, dejá que surja de nuevo el asesino sediento de venganza- estas palabras resonaban en Pablito como si alguien hablara a lo lejos, incentivándolo en su rol.
-Te acordás cómo me perseguían, cómo me atormentaban todos los días en el receso. - gritaba frenéticamente Pablito con una sonrisa llena de malicia, de odio.
-Bien, bien. Así.
-Sí, me acuerdo, pero éramos jóvenes, yo seguía al grupo nada más. Vos me caías bien, no tenía ningún problema con vos.
-Ahh te caía bien, qué bueno - sarcásticamente - y por qué nunca me hablabas más que para burlarte de mí. Sos una hipócrita, no te vas a salvar de esta. Te condenaste al unirte a ese grupo.
-Pe... pe... pero, te pedí perdón - exclamaba Mariana entre llantos.
-Demasiado tarde, demasiado tarde. Llegó la hora - decía Pablito mientras levantaba el machete ensangrentado.
Pero en un último acto desesperado Mariana arremete contra Pablito y lo derriba sobre el escritorio del director de la secundaria "La Ribera". La Ribera, es una de las escuelas pupilas más prestigiosas y más antiguas del conurbano. Consta de un edificio de unos treinta mil metros cuadrados, rodeado de un extenso patio de césped verde con caminos hechos de baldosas que retrataban los hitos más importantes de la historia de la humanidad, como los primeros descubrimientos antropológicos, o la detonación de la primera bomba atómica. Grandes fuentes se encuentran en los cruces de caminos. Al costado de algunos caminos hay grandes cetos que forman pequeños jardines en su interior donde los alumnos pueden descansar y recibir a las visitas los fines de semana. Diez años antes en unos de esos jardines se encontraba un jóven de unos quince años lloriqueando tras una estatua, y un grupo de alumnos burlándose de él.
-Acórdate, estas imagenes recorren tu mente mientras forcejeas con Mariana por el machete. Caen del escritorio rodando, Pablito encima de Mariana, ella logra sacarselo de encima empujándolo con sus piernas, el machete había caído hacia un costado yendo a parar bajo un mueble. Pablito se recupera rápidamente y arremete nuevamente hacia Mariana, pero ella logra alcanzar el machete y se lo clava justo cuando saltaba sobre ella.
-¡Corten! ¡Bien, muy bien! Por hoy basta, mañana grabamos la escena del jardín.
Reflexión sobre la narración
La narración, dicen Alvarado y Yeannoteguy, desde la etimología tiene que ver con conocimiento y experiencia. La narración se relaciona con el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia, se trata de un modo particular de organizar el pensamiento y el conocimiento.
Efectivamente la narración esta fuertemente vinculada al conocimiento y a la experiencia. Cuando un abuelo cuenta a su nieto historias de su propia infancia está narrando, cuando alguien cuenta o da un testimonio sobre determinado tema está narrando, uno escribiendo reflexiones está narrando, y así pueden enunciarse cientos de ejemplos sobre la narración. Así mismo muchos escritores narran o crean personajes a partir de experiencias propias o ajenas.
La narración es un juego donde interactúan el conocimiento, la experiencia y la imaginación. Si uno quiere escribir un cuento, no puede prescindir de alguno de estos actores, necesita cierto tipo de conocimiento acerca de la escritura, experiencias propias o ajenas que conjugadas a la imaginación y la inventiva generen un relato, en el caso del cuento ficcional, ya que la narración no es sólo ficción. La narración tiene diferentes tipos de géneros, tal como enumeran Rest y Benjamín: el cuento que es una pieza de ficción breve que se puede leer rápidamente; la novela que aparece como el encadenamiento de historias sucesivas, con la elaboración más minuciosa de personajes y situaciones narrativas; la crónica más realista que las anteriores, es la narración de hechos reales e históricos; la noticia que aparece como el relato de un hecho en forma más reducida y de lectura más fácil y rápida que una crónica, que se renueva día a día, estableciendo lo efímero de algunos medios de comunicación.
La narración es en todos los casos un relato que puede variar según las necesidades, obligaciones y las intenciones del que lo escribe o mejor dicho narra.
Notas de lector a Salinger
Un día perfecto para el pez banana
En este texto Salinger utiliza un mismo tiempo para la historia y para el discurso. Utilizando algo de guión cinematográfico, haciendo toques a un tiempo anterior: Seymour en la guerra, el libro en alemán que le regala a Muriel. Y también utiliza diálogos naturales, que se dan espontáneamente, no llevan una explicación de la vida de los personajes, no son diálogos rebuscados.
Poniendo el dialogo de Muriel y la madre en el comienzo logra atrapar al lector, creando en él una intriga por saber que va a pasar con Seymour, deje expectante al lector por ver si va a dañar a alguien, y más aun con la escena de él con Sybil en la playa, uno queda esperando que le haga algo.
Pero finalmente termina descargando su locura sobre si mismo.
La historia uno que encontré es la de las vacaciones de la pareja. Y la historia dos es la locura de Seymour, ¿qué pasó en su vida? ¿volvió loco de la guerra?
El hombre que ríe
En este texto el autor usa una estructura de cajas chinas: una historia dentro de otra, con un único punto de vista: el del narrador como niño. Hay más descripciones que en el cuento anterior.
La historia uno es la del niño con el grupo Comanches. Y en cuanto a la historia dos se me presenta una duda: la que encuentro es la de “el hombre que ríe”, la historia que cuenta el jefe, pero también puede ser la del noviazgo entre el jefe y Mary. Quizás se relacionan ambas historias porque el jefe termina matando al hombre que ríe justo después de romper o terminar el noviazgo con Mary.
Notas de lector a Walsh
Los oficios terrestres
En este texto Walsh juega con el tiempo entre el hoy (presente) de lo que sucede en la escuela, y el ayer (pasado) donde se desarrolla la fiesta del Corpus Christi. Específicamente desarrolla la historia en dos días del mes de junio de 1939.
El relato gira en torno a la historia del camino con el cajón de basura de Dashwood y el Gato, y como pasan en frente de los diferentes oficios terrestres que realizan otros chicos, el propio es el de acarrear el cajón de basura.
El oficio que el Gato y Dashwood de acarrear el cajón de basura representa la cruz que cada uno lleva, los problemas que acarrean en sus mentes. Dashwood se siente mal extraña mucho a su madre a quien ama demasiado para estar separados, el cajón repleto representa las penurias que lleva Dashwood en su corazón. Mientras que el Gato acarrea el rencor que siente por los chicos que los persiguieron una noche casi hasta la muerte, entre ellos Dashwood.
La historia uno es la fiesta del Corpus Christi y el camino del cajón de basura al otro día. La historia dos vendría a ser la historia personal de Dashwood que a lo largo del camino piensa en sus penas, y que al final decide escapar del colegio para ir con su madre amada.
Nota al pie
¿Qué leo primero: la nota al pie o el relato de lo que pasa con Otero? ¿O lo leo en forma intercalada?
Estas dudas surgieron cuando vi que la nota al pie no es como cualquier nota que termina en la misma página en que comienza, o en la siguiente, sino que esta nota se extiende hasta terminar la narración, e incluso se convierte en el fin de la narración.
Decidí leer intercalando primero el texto y luego la nota en cada una de las paginas. Al comienzo todo iba bien, pero a medida que avanzaba el texto la nota fue tomando más importancia y ocupando más lugar que la otra parte del texto. Por ello muchas veces tuve que volver a la página anterior para releer, porque de otra manera perdía el hilo del relato de Otero. Además de esto no se me presento ninguna otra dificultad.
Walsh demuestra una vez más que puede jugar con comparaciones sin ningún problema, y con ellas lograr desarrollar diferentes descripciones.
En ambas partes desarrolla dos sentimientos diferentes: en una la culpa que Otero siente por no haber tenido más en cuenta a León, no haberse acercado más a él. Y en la otra la gratitud de León hacia Otero y La Casa, gratitud que poco a poco se va transformando en reclamo. Reclamo por haber hecho de él una persona más solitaria aun de lo que era, hacerlo sentir más inservible de lo que se sentía, por no hacerlo sentir valorado.
Me pregunto si Walsh inventó esto de un doble relato con la nota al pie, o si tomó la idea de algún otro texto.
Fotos
Leí este texto y sinceramente, al principio no me pareció que era un cuento, se me presentó como el diario de alguien en este caso de Jacinto Tolosa.
Al principio del texto sentí que eran párrafos y diálogos colgados, sueltos. Recién al final encontré una continuidad en cuanto al tiempo del texto, cuando Jacinto vuelve al pueblo y Mauricio se sienta como fotógrafo.
Cuando releí el texto me di cuenta que esto se debía a que Walsh trabaja con un carácter fragmentario, con elipsis, toma partes de una línea temporal y los va dando en un orden cronológico.
El texto además de ser una historia individual tiene una historia social, por ejemplo Walsh refleja en diferentes partes el discurso del campo de esa época. Además va desarrollando en todo el texto temas relacionados al arte: “musas”, poesías, fotos; y hasta genera una discusión sobre qué es arte y qué no cuando Jacinto discute, en algunas partes de el texto, con Mauricio que lo que hace con la fotografía no es arte.
Nota de lector a los cuentos de Carver
En estos textos Carver trabaja mucho con el diálogo, usa muy pocas descripciones, e incluso algunas de las que usa parecen no tener mucho sentido dentro del relato.
Son diálogos naturales como los que se ven en “Un día perfecto para el pez banana”, no son muy rebuscados. Parece trabajar como lo hacía Capote (en “Prefacio para Música para Camaleones”) en sus comienzos, relatando escenas y diálogos cotidianos, de gente común. Diálogos que toma y los pone por escrito, por ejemplo: “Por qué no bailáis” termina siendo una anécdota que la chica cuenta a sus amigas. O en “De qué hablamos cuando hablamos de amor” relata una reunión de dos parejas amigas, con la excepcion de que es un narrador en primera persona y el punto de vista está en él cuando hace las diferentes descripciones, especialmente de la luz del sol en la cocina y de cómo se va desarrollando el diálogo.
-¡No lo hagas! Por favor - gritaba, imploraba la sufriente Mariana.
-¿Por qué no? Si te lo merecés - respondía tajante Pablito.
-No sabía lo que hacía.
-Sí sabías, lo sabías perfectamente al igual que tu grupito de amigos - dijo Pablito señalando un grupo de cuerpos por los que todavía brotaba ese líquido rojo, casi negro. Cuerpos que parecían montañas una junto a otro: la imagen del aquietamiento, la imagen de la muerte.
- Esta imagen era la que mantenía vivo el deseo de asesinar. ¿Por qué? Porque un grupo de jóvenes lo habían herido donde menos tendrían que haberlo hecho. Acordate, dale, seguí así, dejá que surja de nuevo el asesino sediento de venganza- estas palabras resonaban en Pablito como si alguien hablara a lo lejos, incentivándolo en su rol.
-Te acordás cómo me perseguían, cómo me atormentaban todos los días en el receso. - gritaba frenéticamente Pablito con una sonrisa llena de malicia, de odio.
-Bien, bien. Así.
-Sí, me acuerdo, pero éramos jóvenes, yo seguía al grupo nada más. Vos me caías bien, no tenía ningún problema con vos.
-Ahh te caía bien, qué bueno - sarcásticamente - y por qué nunca me hablabas más que para burlarte de mí. Sos una hipócrita, no te vas a salvar de esta. Te condenaste al unirte a ese grupo.
-Pe... pe... pero, te pedí perdón - exclamaba Mariana entre llantos.
-Demasiado tarde, demasiado tarde. Llegó la hora - decía Pablito mientras levantaba el machete ensangrentado.
Pero en un último acto desesperado Mariana arremete contra Pablito y lo derriba sobre el escritorio del director de la secundaria "La Ribera". La Ribera, es una de las escuelas pupilas más prestigiosas y más antiguas del conurbano. Consta de un edificio de unos treinta mil metros cuadrados, rodeado de un extenso patio de césped verde con caminos hechos de baldosas que retrataban los hitos más importantes de la historia de la humanidad, como los primeros descubrimientos antropológicos, o la detonación de la primera bomba atómica. Grandes fuentes se encuentran en los cruces de caminos. Al costado de algunos caminos hay grandes cetos que forman pequeños jardines en su interior donde los alumnos pueden descansar y recibir a las visitas los fines de semana. Diez años antes en unos de esos jardines se encontraba un jóven de unos quince años lloriqueando tras una estatua, y un grupo de alumnos burlándose de él.
-Acórdate, estas imagenes recorren tu mente mientras forcejeas con Mariana por el machete. Caen del escritorio rodando, Pablito encima de Mariana, ella logra sacarselo de encima empujándolo con sus piernas, el machete había caído hacia un costado yendo a parar bajo un mueble. Pablito se recupera rápidamente y arremete nuevamente hacia Mariana, pero ella logra alcanzar el machete y se lo clava justo cuando saltaba sobre ella.
-¡Corten! ¡Bien, muy bien! Por hoy basta, mañana grabamos la escena del jardín.
Reflexión sobre la narración
La narración, dicen Alvarado y Yeannoteguy, desde la etimología tiene que ver con conocimiento y experiencia. La narración se relaciona con el conocimiento que se adquiere a través de la experiencia, se trata de un modo particular de organizar el pensamiento y el conocimiento.
Efectivamente la narración esta fuertemente vinculada al conocimiento y a la experiencia. Cuando un abuelo cuenta a su nieto historias de su propia infancia está narrando, cuando alguien cuenta o da un testimonio sobre determinado tema está narrando, uno escribiendo reflexiones está narrando, y así pueden enunciarse cientos de ejemplos sobre la narración. Así mismo muchos escritores narran o crean personajes a partir de experiencias propias o ajenas.
La narración es un juego donde interactúan el conocimiento, la experiencia y la imaginación. Si uno quiere escribir un cuento, no puede prescindir de alguno de estos actores, necesita cierto tipo de conocimiento acerca de la escritura, experiencias propias o ajenas que conjugadas a la imaginación y la inventiva generen un relato, en el caso del cuento ficcional, ya que la narración no es sólo ficción. La narración tiene diferentes tipos de géneros, tal como enumeran Rest y Benjamín: el cuento que es una pieza de ficción breve que se puede leer rápidamente; la novela que aparece como el encadenamiento de historias sucesivas, con la elaboración más minuciosa de personajes y situaciones narrativas; la crónica más realista que las anteriores, es la narración de hechos reales e históricos; la noticia que aparece como el relato de un hecho en forma más reducida y de lectura más fácil y rápida que una crónica, que se renueva día a día, estableciendo lo efímero de algunos medios de comunicación.
La narración es en todos los casos un relato que puede variar según las necesidades, obligaciones y las intenciones del que lo escribe o mejor dicho narra.
Notas de lector a Salinger
Un día perfecto para el pez banana
En este texto Salinger utiliza un mismo tiempo para la historia y para el discurso. Utilizando algo de guión cinematográfico, haciendo toques a un tiempo anterior: Seymour en la guerra, el libro en alemán que le regala a Muriel. Y también utiliza diálogos naturales, que se dan espontáneamente, no llevan una explicación de la vida de los personajes, no son diálogos rebuscados.
Poniendo el dialogo de Muriel y la madre en el comienzo logra atrapar al lector, creando en él una intriga por saber que va a pasar con Seymour, deje expectante al lector por ver si va a dañar a alguien, y más aun con la escena de él con Sybil en la playa, uno queda esperando que le haga algo.
Pero finalmente termina descargando su locura sobre si mismo.
La historia uno que encontré es la de las vacaciones de la pareja. Y la historia dos es la locura de Seymour, ¿qué pasó en su vida? ¿volvió loco de la guerra?
El hombre que ríe
En este texto el autor usa una estructura de cajas chinas: una historia dentro de otra, con un único punto de vista: el del narrador como niño. Hay más descripciones que en el cuento anterior.
La historia uno es la del niño con el grupo Comanches. Y en cuanto a la historia dos se me presenta una duda: la que encuentro es la de “el hombre que ríe”, la historia que cuenta el jefe, pero también puede ser la del noviazgo entre el jefe y Mary. Quizás se relacionan ambas historias porque el jefe termina matando al hombre que ríe justo después de romper o terminar el noviazgo con Mary.
Notas de lector a Walsh
Los oficios terrestres
En este texto Walsh juega con el tiempo entre el hoy (presente) de lo que sucede en la escuela, y el ayer (pasado) donde se desarrolla la fiesta del Corpus Christi. Específicamente desarrolla la historia en dos días del mes de junio de 1939.
El relato gira en torno a la historia del camino con el cajón de basura de Dashwood y el Gato, y como pasan en frente de los diferentes oficios terrestres que realizan otros chicos, el propio es el de acarrear el cajón de basura.
El oficio que el Gato y Dashwood de acarrear el cajón de basura representa la cruz que cada uno lleva, los problemas que acarrean en sus mentes. Dashwood se siente mal extraña mucho a su madre a quien ama demasiado para estar separados, el cajón repleto representa las penurias que lleva Dashwood en su corazón. Mientras que el Gato acarrea el rencor que siente por los chicos que los persiguieron una noche casi hasta la muerte, entre ellos Dashwood.
La historia uno es la fiesta del Corpus Christi y el camino del cajón de basura al otro día. La historia dos vendría a ser la historia personal de Dashwood que a lo largo del camino piensa en sus penas, y que al final decide escapar del colegio para ir con su madre amada.
Nota al pie
¿Qué leo primero: la nota al pie o el relato de lo que pasa con Otero? ¿O lo leo en forma intercalada?
Estas dudas surgieron cuando vi que la nota al pie no es como cualquier nota que termina en la misma página en que comienza, o en la siguiente, sino que esta nota se extiende hasta terminar la narración, e incluso se convierte en el fin de la narración.
Decidí leer intercalando primero el texto y luego la nota en cada una de las paginas. Al comienzo todo iba bien, pero a medida que avanzaba el texto la nota fue tomando más importancia y ocupando más lugar que la otra parte del texto. Por ello muchas veces tuve que volver a la página anterior para releer, porque de otra manera perdía el hilo del relato de Otero. Además de esto no se me presento ninguna otra dificultad.
Walsh demuestra una vez más que puede jugar con comparaciones sin ningún problema, y con ellas lograr desarrollar diferentes descripciones.
En ambas partes desarrolla dos sentimientos diferentes: en una la culpa que Otero siente por no haber tenido más en cuenta a León, no haberse acercado más a él. Y en la otra la gratitud de León hacia Otero y La Casa, gratitud que poco a poco se va transformando en reclamo. Reclamo por haber hecho de él una persona más solitaria aun de lo que era, hacerlo sentir más inservible de lo que se sentía, por no hacerlo sentir valorado.
Me pregunto si Walsh inventó esto de un doble relato con la nota al pie, o si tomó la idea de algún otro texto.
Fotos
Leí este texto y sinceramente, al principio no me pareció que era un cuento, se me presentó como el diario de alguien en este caso de Jacinto Tolosa.
Al principio del texto sentí que eran párrafos y diálogos colgados, sueltos. Recién al final encontré una continuidad en cuanto al tiempo del texto, cuando Jacinto vuelve al pueblo y Mauricio se sienta como fotógrafo.
Cuando releí el texto me di cuenta que esto se debía a que Walsh trabaja con un carácter fragmentario, con elipsis, toma partes de una línea temporal y los va dando en un orden cronológico.
El texto además de ser una historia individual tiene una historia social, por ejemplo Walsh refleja en diferentes partes el discurso del campo de esa época. Además va desarrollando en todo el texto temas relacionados al arte: “musas”, poesías, fotos; y hasta genera una discusión sobre qué es arte y qué no cuando Jacinto discute, en algunas partes de el texto, con Mauricio que lo que hace con la fotografía no es arte.
Nota de lector a los cuentos de Carver
En estos textos Carver trabaja mucho con el diálogo, usa muy pocas descripciones, e incluso algunas de las que usa parecen no tener mucho sentido dentro del relato.
Son diálogos naturales como los que se ven en “Un día perfecto para el pez banana”, no son muy rebuscados. Parece trabajar como lo hacía Capote (en “Prefacio para Música para Camaleones”) en sus comienzos, relatando escenas y diálogos cotidianos, de gente común. Diálogos que toma y los pone por escrito, por ejemplo: “Por qué no bailáis” termina siendo una anécdota que la chica cuenta a sus amigas. O en “De qué hablamos cuando hablamos de amor” relata una reunión de dos parejas amigas, con la excepcion de que es un narrador en primera persona y el punto de vista está en él cuando hace las diferentes descripciones, especialmente de la luz del sol en la cocina y de cómo se va desarrollando el diálogo.
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