viernes, 27 de junio de 2008

El lector

Si se busca la definición de leer, en el diccionario, en primer lugar dice que se trata de pasar la vista por lo escrito o impreso, entendiendo los signos. Y en segundo lugar que se trata de interpretar lo que se percibe, adivinando el sentido o sentimiento, por ejemplo: “En sus gestos se leía un profundo desencanto”. (En este trabajo se utilizara el caso de lo escrito)
Entonces se puede decir que leer se trata de descifrar, encontrar el sentido de las cosas, interpretando los signos que vemos en ellas.
A partir de este supuesto: ¿Qué es un lector? ¿qué hace un lector?¿cómo se puede definir la figura del lector? Obviamente lector es el que lee, el que realiza la acción de la lectura. Pero, teniendo en cuenta la definición de leer, hay que decir que el lector es aquel que interpreta el significado de un texto, el que busca comprender lo que hay escrito, el que descifra un mensaje. ¿Qué es lo que realmente lee un lector? ¿en qué se basa la lectura?
Alvarado y Yeannoteguy[1] señalan que hay dos teorías diferentes en cuanto al texto escrito y la lectura:
· Una sostenía que el mensaje escrito, es decir el texto, sólo tenia sentido como producto del trabajo del escritor, y el lector debía ajustarse a la interpretación del autor y cuanto mejor o peor se ajustaba se establecía si su lectura era correcta o incorrecta.
· La otra surge en contraposición a la primera. Establece que un texto no tiene un sentido fijado, es sólo un artefacto que adquiere sentido a partir de la lectura. Para esta teoría el texto es construcción de sentido, no existe una lectura más correcta que otra.
La más acertada, sin duda, es la segunda teoría. Pues un lector no puede saber con qué sentido escribió un texto determinado escritor, a no ser que este lo diga explícitamente. Cada lector tiene su propia interpretación, puede acercarse o no al sentido que quiso dar el escritor a su texto. Ambos actores (escritor y lector) se encuentran separados por el tiempo o por el espacio, o por ambos, por lo tanto es casi imposible que sus pensamientos y razonamientos concuerden. Cada lector distorsiona lo que lee según su propio parecer, como dice Ricardo Piglia en “El último escritor”: “Un lector es también el que lee mal, distorsiona, percibe confusamente”. No es necesario concordar con lo que dice el escritor para ser lector, es lector todo aquel que interpreta un texto a su manera, por ello puede existir cientos, miles de interpretaciones de un mismo texto.
Un ejemplo que puede aclarar la cuestión es la Biblia. La Biblia tiene cientos de interpretaciones diferentes según la religión o secta que la utilice. Cada religión tiene en frente las mismas palabras, el mismo texto, pero las entiende y utiliza con un sentido diferente a las demás. Incluso dentro de una misma religión se pueden encontrar sentidos diferentes. Esto se ve en el caso del Apocalipsis (en el nuevo testamento de la Biblia), que se ha utilizado como preludio al fin de los tiempos, a la devastación total de la humanidad, y que hace unos años esto se ha ido revirtiendo dentro de la Iglesia Católica (que hizo uso de la definicion anterior) y a pasado a ser tomado como la revelacion de Dios, quien es el que va a llevar a la luz lo que estaba escondido, va a liberar a los oprimidos por el imperio romano. Se comienza a creer que Juan escribió este libro como anuncio de liberación, utilizando signos de destrucción (como dragones, los cuatro jinetes, etc.) como metáforas porque se dirigia a una comunidad que era muy supersticiosa.
De esta forma se ve como se pueden hacer diferentes interpretaciones de un mismo texto. Pero tambien puede verse cómo el escritor produce sus textos pensando a quién va dirigirlo, es decir se imagina al lector. El escritor al ir desarrollando su trabajo tiene que ir pensando, imaginando un lector. Una especie de lector virtual promedio para determinar qué tipo de lenguaje usar, qué ideología impregnar, etc. Y de esa forma destinar su trabajo a cierto tipo de lector y no a otro, ya que, por ejemplo, no es lo mismo un lector del público infantil que uno del académico.
Alvarado y Yeannoteguy lo expresan de esta forma: “En el caso del escritor, esa construccion (la del lector) se basa en un cálculo -más o menos riguroso según el género - de la competencia lingüística, retórica, ideológica y enciclopédica del lector potencial”. De esta forma el escritor se va haciendo una imagen del lector potencial, una imagen de un publico lector general, ya que no lo puede hacer para un único lector, como si se lo hacia en el medioevo, cuando el libro era una artesania que el escritor hacía según los gustos de un cliente en particular.
Hoy en día el escritor tiene que hacer su obra para miles, quizas millones de clientes/lectores, y muchas veces se ven signados por las demandas de las editoriales, más que por las demandas de los lectores. Pero esto es cuestión de la industria cultural y no es la intención de este trabajo entrar en ese terreno.
Una vez que el lector se va adentrando en la lectura, va descifrando, interpretando, comprendiendo el texto, se transforma poco a poco en parte de él. A medida que avanza en el texto entra cada vez más en el mundo que este representa, y se despega del suyo propio, se va acostumbrando al nuevo mundo, a su lenguaje, a sus personajes. “El que lee no está pegado a las cosas, se ha despegado de ellas. El que lee se desnaturaliza de alguna manera” dirá Graciela Montes[2]. El que lee deja por un instante de formar parte de este mundo para ser parte del nuevo mundo que crea en su mente con el texto. Quizas un mundo diferente al que imaginó el autor, o quizas no muy alejado. Tal como dijo Savater (refiriéndose a los lectores) somos aventureros, rompemos lo cotidiano, salimos de nuestra casa, se trata de ser libres, de libertad[3].
Los lectores de este texto pueden decir que esto sólo ocurre con las novelas o los cuentos, pero tendrían que preguntarse ¿no ocurre lo mismo con un texto científico, por ejemplo? ¿el que lee un texto de ese tipo no se imagina los pasos del método científico que pudo seguir el que lo escribió?
Todo tipo de texto lleva al lector, aunque sea minimamente, a formar parte de él y de su mundo. El lector es parte esencial del texto, sin él al texto le faltaría un engranaje, no podría funcionar, faltaría un personaje para completar la obra.
El lector no es algo pasivo dentro del sistema de lectura, es un factor importante desde que el emisor-escritor piensa en él para poner cierta palabra y no otra. Los textos sólo funcionan si son leídos, no son como cualquier artefacto mecánico, existen para ser leídos.
Escritor-texto-lector forman una relación simbiótica, se benefician unos a otros, no pueden existir el uno sin el otro. Si no hay escritor no hay texto que leer, por lo que el lector no existe; sin texto no puede haber escritor, pues no escribe nada; y sin lector el texto deja de tener sentido, pues los textos son escritos para ser leídos, y si los textos no se leen los escritores dejan de escribir. Cada uno tiene un lugar esencial dentro de la lectura, la ausencia de tan sólo uno de ellos hace que deje de existir el sistema de lectura, deja de existir la acción de leer. Y la pregunta que surge es ¿se podría vivir sin la escritura/lectura? ¿se podría transmitir todo sólo con la oralidad?¿se podría guardar todo sólo en la mente?¿habría lugar para la historia y para el conocimiento?.


Bibliografía consultada



Graciela Montes, Lectura y Poder, www.gracielamontes.com, Septiembre de 2003

Fernando Savater, Loor al leer, Colección Crisol. Grupo Santillana de Ediciones S.A., 1998, Madrid.

Maite Alvarado y Alicia Yeannoteguy, La escritura y sus formas discursivas (Curso Introductorio), Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1999, Ciudad de Buenos Aires.

Alberto Manguel, Una historia de la lectura, Editorial Norma S.A., 1999, Santa Fe de Bogotá.
[1] “La escritura y sus formas discursivas”, ver bibliografía consultada

[2] “Lectura y Poder”, ver bibliografía consultada
[3] “Loor al leer”, ver bibliografía consultada

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